martes, 16 de febrero de 2010

Alguna vez te sentiste una motosierra???

Es complicado describir el estado emocional de seres como los cactus. Nadie pensó nunca que un cactus, a pesar de sus espinas y sus ramas inalcanzables, y sus tunas, y esa capacidad cuasi onírica para pinchar seres humanos, pueda tener sentimientos estables y racionalmente controlados. Pero es así, y no hay vuelta que darle. Los brazos al cielo, la mirada fija y piedritas alrededor son los claros indicadores de que estos seres son, sienten, se emocionan y hasta llegan a amar.
Hay autopartes que jamas deberían estar invitadas a un programa de televisión. Un limpiaparabrisas (ser negativo, si los hay), una butaca, hasta un amortiguador por ahi te levantan un poco el rating, pero, que se yo, un suponer (como bien decía el maestro de esperanto de Tertulio) un burro de arranque, un chiclé de baja, un chiclé de menta, entre otros, son un rotundo éxito si de fracasar se trata.
Tertulio descansa. Reposa. Alejado del ruido de Mondiolandia, de sus luces, sus vahos, miasmas y gente, su rutina transcurre entre los soporíferos reclamos de la Mujer Caracol, una investigación científica que determinará que 800 miliamperes son menos que mil miliamperes, hacer hielo en una cubetera muy chiquita (quiere batir el record de hacer el cubito mas chiquito del mundo) y tratar de arreglar la mochila del inodoro.
Sin embargo, algo lo inquieta, lo perturba. Sabe que sin su enmascarada y enigmática presencia, las calles no conocen la paz.
Asi que decide ir a dar una vuelta por ahi. Llega hasta una extraña callejuela, la cual en una vereda se llama de una forma (9 de Julio, por decir algo) y en la vereda de enfrente se llama de otra (25 de mayo, que se yo). Alli, un vendedor ambulante ataviado como Jean Paul Sartre le ofrece encendedores a muy bajo precio. Tertulio duda. "No tengo nada que encender", se dice. "Pero estan baratos. Y el gato de mierda ese me tiene los huevos llenos". Compra tres, uno de cada color y regresa.
Una vez en la Mondioguarida une los tres encendedores con cinta aisladora, cuidando la estetica y la precision. Luego los mira un rato y piensa en cuantas marcas de encendedores conoce, llegando a contar hasta 2. Luego los mira otro rato y piensa "una Santísima Trinidad de encendedores". Después los mira un rato mas. Después los desata, y como quedaron medio pegajosos, los tira a la mierda, no sin antes dedicarle un fugaz pensamiento a esa señorita de cabellos color Fiat Duna, frente a quién en una ocasión un encendedor en manos de nuestro héroe perdio por completo su carga de un modo muy veloz, poniéndose frío, muy frió, glacial, ante la atónita y avergonzada mirada de Tertulio. Balbuceó algo como "Es la primera vez que me pasa", y ella lo disculpó entre sonrisas, dándole una explicación confusa y borboteada de la que solo recuerda que incluyó la palabra "termólisis".
Ojala todos los quesos del mundo tuvieran una cascarita tan fácil de sacar como la de mi alma...