miércoles, 28 de agosto de 2013

Cada día más infeliz

Y asi es como se pasa la vida, de pronto la visión que encaminábamos hacia el horizonte nos devuelve un frio techo de machimbre donde acechan torsos de mujeres desnudas (sin tetas, claro) o bien regresa, plañidera y autosuficiente, con la imagen de un arbol de kinotos a medio comer, devorados por hormigas del mas alla, que tras escupir las semillas y la cáscara e impregnar el aire de un rancio aroma a mandarina muerta, se olvidan un par de zapatillas náuticas y una jeringa a medio vaciar.
"De todas formas, yo también tuve un sueño, pero fue hace mucho", proclama Joseph Mamagandi, en el centro mismo del estadio del Villa Caraza´s Sporting Club, mientras la multitud que lo rodea desde las 4 tribunas cardinales brama furiosa y promete venganza contra un ente que no existe quizá más que en su imaginación. Pero él alza los brazos, como una y griega con cabeza, levanta sus puños al cielo y tal vez algún desprevenido piensa que es una de esas maderitas para buscar agua que se hubiese clavado, solitaria, indicando una napa. Pero no, es él, quién si no, Tertulio, el Asombroso Hombre Mondiola, quien se desespereza, aún amodorrado, después de una siesta no tan reparadora, pero si aliviadora, como los canales que se construyen a la vera del arroyo Maldonado. Y tras ver pasar sus sueños montados al tren de la alegría, donde los personajes más festivos son un Chapulín Colorado al cual le falta una antena y un Bob Esponja que cada tanto pierde las esperanzas, hincha sus pulmones con el frío aliento de un bacalao, le da de comer a pescaditos ajenos y vuelve a enfrentarse, una vez más, con su destino, mientras se inquiere a sí mismo cuál es la verdadera diferencia entre un envase de Isenbeck descartable y uno retornable, más allá de la obviedad del color de la etiqueta. "Si fuera una de esas máquinas que cambian envases botellas por tickets", se dice, "la verdad es que me cagarían todo el tiempo".
A veces nos ufanamos de las personas que somos. La mayoría de nosotros, sin embargo, se vanagloria de las personas que conoce, porque los méritos propios son, antes bien, escasos. Uno de cada cinco humanos se viste solo. Uno de cada seis (o siete) millones es investigador del Conicet. Y he ahí la diferencia.
"Puedo andar en bici sin manos" refirió una vez quien luego sería (mucho) mas conocido como Kuatro de Kopas, castañuelista de Kotorra Kon Katarro, oriundo de Cañuelas (o "Kañuelas", como suelen decir en Palermo Del Viso). Esa sencilla sentencia bastaría para que, años después, nuestra banda de post-punk roqueperense favorita de todo el noroeste del conurbano mondioleril rompiera los charts (y las pelotas) con su nuevo hit, basado, precisamente, en la temeraria afirmación del ya mentado miembro. Así es que, con la inapreciable colaboración de Jamie Laurie y su séquito de músicos intinerantes conocidos como Flobots, nos regalen esta entretenida pieza, intitulada Handlebars.
Mis amigos y yo vimos un ornitorrinco, dicen también.