martes, 21 de junio de 2011

No dormiré contigo, me arrugas las medias

Una balalaika con mas cuerdas que clavijas y prácticamente sin agujeros, inicia su propio periplo final a bordo de una motoneta en mal estado de uso y conservación. ¿Hacia donde va? Solo ella los sabe, pero si hay algo que puede decir es que no tiene intenciones de arruinar las vidas de sus pasajeros, por lo menos hasta llegar a destino. Ve su nórdico rostro reflejado en la Bola 8 que hace las veces de palanca de cambios y piensa que debajo de esas hojas cuadriculadas muertas donde anteayer trazábamos deformes dibujos ayudados por regletas (regletas que quisimos imitar una vez serruchando un perro de la calle... que tiempos aquellos...), hoy se ocultan lombrices y otros anélidos que serán degustados en morboso festín por calandrias desplumadas, o algún que otro benteveo. Y así continúa, firme, serena, decidida y arrastrada por una fatalidad hacia el próximo autocine, donde darán Kung Fu Panda 2 hasta la muerte.
En el trayecto cruza un villorrio, donde los habitantes (extraños y un tanto cirróticos) sacrifican ratones para hallar la cura contra el labio leporino. Ignoran estos (o no, y solo lo hacen por el sádico placer que les produce la matanza ratonil) que "leporino" viene de "liebre", y no de "ratón". El mas ancestral de sus moradores cuenta, en una entrevista exclusiva, que no son ambiciosos, que en definitiva sn roedores ambos, y que es mejor empezar de abajo, porque así la caida no duele tanto. Mientras tanto, en un tubo de ensayo de color verde esmerilado, portando un alien que mira tu corazón desde adentro (donde las taquicardias nocturnas no alcanzan a develar el misterio de lo inexpugnable), mezclas un bazo, un riñón, una molleja y una semifusa extraida del Für Elisa (bagatelas si las hay), lo miras a trasluz y, por una vez, no sabes que decir.
Puestos, entonces, a interpretar aquello que imaginamos, se nos cuenta la historia de aquella princesa atrapada en una paradoja mortal. Resulta que, viéndose azotada su ciudad (o "aldea", como dicen en Palermo Las Latas) por un demonio de lo más ortodoxo, que exigía le sacrificio ritual de una o dos vírgenes (depende el ánimo del espectro en cuestión) por día, no tuvo mejor idea que sustraerse al "target" de la mencionada y malvada entelequia. Para ello, como es obvio y agradable a los ojos del Opus Dei, debía casarse primero, así que decidió tomar en sagrado matrimonio a un sujeto que, en apariencia era de lo más vulgar. Este masculino tenía la cuestionable habilidad de poder extraerse el hipotálamo por las orejas, pellizcando sus laterales cuan chicles de goma espuma, y hacerse un bonito moño en la parte superior de su cabeza, como forma de distinguirse de los demás vendendores de pomada para mocasines. Así es que, previo al santo sacramento de la indisoluble voluntad del Señor, a llevarse a cabo en la Iglesia de la Veneradísima Amapola de Nuestro Señor, pensó una noche, pensó como nunca antes había pensado, meditó, barruntó, escarbó en su cerebro. Y se dijo a sí misma "¿Debo entegarme al demonio? ¿o al de moño?". Nunca más se supo de ella, del caso no se habló más, pero lo cierto es que ese fue el origen (o eso dicen) de la "Teoría de los dos demonios", defendida, entre otros, por Ernesto Sábato. También fue el rudimento fundacional para el chiste de los bichos bolitas que iban a un cabarulo, pero no viene al caso.
Kaléndula Klandestina (manager de Kotorra Kon Katarro) nos comenta que Klavíkula estuvo durante meses practicando el acento australiano (e inglés en general) para poder komunicarse con los muchachos de El Imperio Del Gato y poder kantar komo korresponde los koros de la nueva kanción de la banda más representativa del sur de Mondiolandia. Si bien en un principio se pensó que el nombre de la banda podía teer reminiscencias filológicas, tal como mezclar un Activia de ciruela con una docena de cartuchos para impresora, lo cierto es que, según Feliz Riebl y Jamshid Khadiwhala (sic), "todo es lo mismo, todos vamos a morir". Así que los dejo con el último korte de K. K. K., La canción del auto.
Las pelotas de golf mojadas son más resbaladizas que las otras... tenelo en cuenta.