lunes, 17 de mayo de 2010

Para cuando una remera de color kayak?

Así como es de improbable que el Conde Drácula se case con una momia que sabanea, no deberían existir cubiletes donde entren mas de 5 dados. Pero hablamos de los dados normales, no de esos otros, que hacen que jugar a la Generala se transforme en un suplicio mas cercano a un asado con el Opus Dei que a un verdadero esparcimiento.
Y ahora, que llueve mas que nunca, pienso en la lechuga, único ser vivo capaz de recorrer la distancia entre dos azulejos en una velocidad infinitesimalmente inferior a la de la luz.
Ha llegado a mis manos un documento que no me atrevo a leer, no tanto por las implicancias y efectos que podrían producir sus contenidos en mi ya de por sí alicaído ánimo, sino mas bien porque, en un momento delicado como el que estoy atravesando, el saber de las críticas despiadadas que esos seres infernales que se hacen llamar a si mismos "sombreros de copa" o "mamboretá del infierno" o "cinco garrafas pintadas de negro" derraman sobre la pátina de eficiencia y buenos modales con la que cubro cada uno de los actos de mi vida, podría desencadenar el incontenible deseo de lanzar sobre esta ciudad desagradecida una epidemia de jinetes del apocalipsis rellenos de gatos muertos mordiendo bebes rellenos de vidrio. Es decir, el horno no está para bollos.
Y si bien te escucho, y dejo que manejes mi vida con cierta moderación, tampoco voy a permitir que gires las perillas de mi existencia, como quien abre una puerta a otra dimensión. Eso si, si queres te puedo alcanzar hasta el cuartel de Bomberos Voluntarios, donde decenas de uniformados te mojarán con sus mangueras de alta presión, y regarán tu alma como si fuese un potus reseco bajo la desoladora luz del desierto del Sahara.
Sabido es que el camino hacia la dicha eterna está plagado de lugares idénticos a la estación de Temperley, pero sin el kioskito ese de diarios que está al lado de la escalera, donde uno siempre puede mirar minas en pelotas mientras espera el tren que conduce a Alejandro Korn. Pero también es de público y notorio que entre Turdera y Llavallol existe una paradoja témporo-espacial, que hace que contar los cuises muertos que han entregado su vida a la civilización y el progreso no sea tan divertido como puede llegar a parecer a simple vista. Por eso mismo en dicho lugar se encuentra la mayor concentración de cuises (es decir, cantidad de cuis sobre metro cuadrado) de latinoamérica. Proximamente se espera una visita de una partida de lemmings (incluyendo a Lemmy Cravis y a Lemmy, el cantante de Motorhead), quienes instruiran a los superpobladores cuises acerca de los beneficios y las dudas del suicidio colectivo asistido en masa tirándose por un acantilado. Quizá los cuises deban viajar para ello hasta un lugar con acantilados (no hay ni en Turdera ni el Llavallol), creando a su vez otra paradoja, en este caso cuis/cuantitativa, la que desde ya podríamos bautizar como "la parábola del cuis", y enunciar de la siguiente forma: a mayor cantidad de cuis en un momento y lugar dados, mas posibilidades existen de que quieran suicidarse tirándose de un acantilado, por el llamado "efecto Lemming", pero como no hay acantilados ni en Turdera ni en Llavallol, deberían mudarse en masa a Chapdmalal, dejando ese lugar determinado sin cuises, por lo que (y aca viene la paradoja) "A MAYOR CANTIDAD DE CUISES, MENOR CANTIDAD DE CUISES HABRA".-

8 comentarios:

  1. ...a veces, permitir que otros nos manejen...es lo mas cómodo...pero.........

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  2. ...y, dejar que a veces manejen nuestra vida...tiene sus ventajas, facilitando algunas decisiones...pero también tiene sus consecuencias...

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  3. Que alegria cuando me dijeron "Vamos a la Casa del Señor"
    Tomar las cosas como de quien viene es el remedio de los mandriles contra la gripe porcina del espíritu. Porque, como dijo una vez García Lorca "Un tereso es un tereso, salga del culo que salga... bueno, salvo que salga del culo del Papagayo que Caga Diamantes..." Lo que García Lorca no sabía era que el Papagayo que Caga Diamantes nunca existió, era un invento de la prensa para imponer el uso del poncho de vicuña. Más tarde se le cambió el nombre a "Valeria Mazza".-
    Esto viene a cuento de que discrepo con los sres. "anónimos" (suponiendo que sea mas de uno, y no el mismo que quiso comentar dos veces) en cuanto a que es fácil dejar que a uno le manejen la vida. Sin ir mas lejos, pregúntenle a una autobomba (no el de los terroristas, sino el camioncito colorado de los bomberos) si no tiene que reprimir un ataque de ira cada vez que se sube al volante (a SU volante) el SubAyudante de Manguera Benítez, el hazmerreir del cuartel por el asuntito ese del surubí y su señora...

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  4. y es que dejar que manejen nuestras vidas acarrea el temido y pesadillesco efecto boomerang! y la peor parte es que no sabemos si va a rebotar hacia nosotros mismos... o no.

    P.P.

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  5. He me aquí, en total acuerdo con que puede ser contraproducente eso de no oponer resistencia a los deseos y/o caprichos de aquellos seres que nos rodean... pero, por cierto a veces tambien nos permite encontrar un justificativo, (aliviador, por cierto....en esos momentos en que a la sra conciencia nos hace un llamado de atención...), por aquellas cosas que hacemos o no hacemos, y delegar esa culpa en otro...

    (...)

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  6. comento su comentario (barrocamente) señor Bondiola para sugerirle, a colación de Lorca, q si tiene ganas se pase x mi Blog y lea "la cola del baño" q alude a la democratización de la escatología, ya q lo mencionó, pues me lo trajo a la memoria. Me gusta la imagen del suplicio como un asado con el opus dei, Dantesco y superador de mi suplicio imaginado q consistia en la burocracia eterna donde siempre falta un papel

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No hay comentarios mas insipidos que los que se oyen en la cola de una ferreteria entre dos personas que van a comprar tornillos.