martes, 7 de abril de 2009

Cuantos enchufes de dos patitas, cuantos, cuantos...

Si la vida fuera mas facil, no habría tantos taxistas, la gente practicamente no se moriría y no existirían esos teclados de computadoras que cuando apretás la barra espaciadora te largan 5 ó 6 espacios juntos y te convierten un panfleto anunciando la desaparicion de un perro pequinés que responde al nombre de "Tribulato", está medicado, tiene una manchita marrón en el upite, es muy cariñoso y se ofrece recompensa, en una auténtica tortura. Hablando de eso, ¿por qué será que todos los perros que se pierden están medicados?
Los acontecimientos han devenido en una sucesión de monstruosas, velocísimas y efímeras polillas que marean su vuelo inútil alrededor de la mas vieja de las lámparas de querosén de las que se tengan memorias. La desaparición de una importante cantidad de lentejas de una de las alacenas de uno de los más prominentes personajes de una de las ciudades más populosas de uno de los partidos más paquetes de una de las provincias más dominada por monos titís de uno de los paises más manzaneros del orbe generó una especie de electricidad en los vellos de los brazos de toda Mondiolandia, y el culpable debe aparecer ahora mismo, muerto, vivo, o condenado al exilio eterno dentro de una lata de sardinas al aceite, o caballa al natural. Solo Tertulio, el Asombroso Hombre - Mondiola, será capaz de encontrar al culpable. Todas las pistas apuntan hacia un solo lugar, y, por una vez en la vida, no es la Mujer - Caracol, a quien se la ha visto bebiendo cocoa del pico en una esquina de una ciudad vecina (tengo testigos, que tengo que esperar, que me maten, tengo que comprarme una pistola y salir a matar gente, la policia sabe quien es y no hace nada, se lo llevaron, estuvo 5 minutos preso y lo largaron, y ahora pasa por enfrente de mi casa, me mira y se ríe, dice que la policía no le puede hacer nada porque es amigo de todos los canas, en este país no se puede vivir, yo te pago el sueldo, quiero mi moto, dame mi moto, devuévanme la moto, vengo a que me entreguen la moto, yo la moto la uso para trabajar) sino un nuevo y deleznable ser a quen el ingenio popular aún no ha bautizado. Tertulio y sus super - amigos y los super - amigos de sus super - amigos (los super - amigos de mis super - amigos son mis super - conocidos), y su super -vecino, el Joven Langosta, se encargarán de colocar a la ladrona tras las rejas.
Y eso que no les conté de la vez que vino el boliviano a tocar timbre a las tres de la mañana...

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No hay comentarios mas insipidos que los que se oyen en la cola de una ferreteria entre dos personas que van a comprar tornillos.